Un cuerpo está bien alineado cuando la cabeza, el tronco y la pelvis se sitúan siguiendo una línea vertical imaginaria que nace en los pies y sale por la coronilla. Cuando esto ocurre, se requiere muy poca actividad muscular para mantener la postura y no se sobrecargan las articulaciones. Para conseguir esta postura, colócate de perfil frente a un espejo. Imagina que una línea vertical une los siguientes puntos: - Los pies se han de mantener en posición neutra (ni para dentro ni para fuera). - Las rodillas están rectas pero no hiperextendidas hacia atrás. - La pelvis, en posición neutra (sin llevarla hacia delante ni hacia atrás). - La columna vertebral conserva sus curvas normales (no reducidas ni aumentadas). - Las escápulas, en posición neutra. - Los hombros están abiertos (no hacia delante) y la cabeza sobre los hombros (no adelantada). Poco a poco, con la activación repetida de los músculos que permiten mantener esta postura, el cuerpo empieza a recurrir automáticamente a ellos para organizarse de una manera más efectiva.
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